lunes, 19 de abril de 2010

Mr. Bratto o el triunfo de lo absurdo


El personaje que este mes ocupa la columna que están ustedes leyendo no está vinculado activamente con los 80. Más bien diría que lo estuvo “pasivamente” (en el sentido menos homosexual del término), ya que Roberto Fernández, alias Maes, Mr. Bratto o “El presi de los Mongoles”, debió dedicar toda esa década a peder el tiempo (placer, por otra parte, que yo mismo reivindico) viendo la tele, oyendo música, maltratando las guitarras que le prestaban y dibujando monigotes que me consta ha perdido, dado su carácter anárquico y alegremente desprendido, despreocupado y desocupado. Unos años que continúan vigentes para él, no por lo recordado del momento sino porque desde entonces ha vivido la existencia sin más pretensiones que pasarlo bien, frase que resume la filosofía de este asturiano renacentista. Y esta última palabra vale en todas sus acepciones, ya que aparte de músico, discjockey, dibujante, escritor, fotologger, coleccionista de cosas imposibles, filósofo de barra de bar, showman, tatuador y lo que ustedes quieran, Roberto ha “vuelto a nacer” en varias ocasiones, sobreviviendo a numerosos accidentes de tráfico, desgracias domésticas y otros asuntos violentos más onerosos y turbios, de parte de maridos traicionados, músicos celosos o personajes nocturnos “de dudosa catadura”, como a él le gusta referirse, parafraseando a varias generaciones de abuelos de este país y allende los mares.

Mr. Bratto saltó a la fama underground con su grupo Los Ass Draggers, primeramente conocidos como The Smellie Fingers. Antes, mucho antes de eso (nació “por accidente” en 1972) ya torturaba a su parentela “extorsionándoles para que comprasen mis primitivas revistas de dibujos, hechas con grapas y todo”. Esto, según relata el mismo interesado (nunca mejor dicho) tenía lugar a los seis años. O sea, que Roberto-Maes-Bratto empezó a hacer el paria al tiempo que Kaka de Luxe, en 1978. Y nosotros sin saberlo…

Hacia el año 90, Bratto, convertido en un apuesto calavera y exhibiendo su particular sentido del humor imbatible aunque caigan chuzos, se mueve como pez en el agua en el Oviedo rockero. Desarrollando, eso sí, una enorme aversión por casi todos los integrantes de esa escena. Junto con Gus, Hugo y otros alegres inadaptados, funda The Smellie Fingers, la banda de punk rock guarro y cutre (“Raunch and cheezy”) que hasta la fecha ha sido el único grupo asturiano que haya llamado la atención de Tim Warren, un personaje esencial a la hora de hablar del rock and roll más genuino (en términos underground) desde los 80 hasta ahora, sobre todo por su sello Crypt, que acogió el punk más cafre del orbe que concebirse pueda. Y no, esto no tiene nada que ver con Pennywise, Bad Religion, Green Day o NoFX. Quien busque ese punk de boutique, más vale que acuda a los programas de siempre. Lo de Smellie Fingers-Ass Draggers es otra historia, mucho más emparentada con Nine Pound Hammer, Raunch Hands, New Bomb Turks, Hard Ons o todos esas bandas que hacen de la velocidad, los acordes sucios, las letras gamberras y la actitud de “nos lo pasmaos bien y al que no le guste, que se joda” un ideal de vida.

Uno de los trabajos (por llamarlos de alguna forma) que este personaje ha desempeñado con más descaro es la de editor underground. Así, en 1989 (creo recordar) salía a la venta ‘Contrabando de avellanas’, un surrealista fanzine donde en la más preclara línea punk, este genio y sus amigos no dejaban títere con cabeza. A renglón seguido (o sea, cuatro años después) haría acto de presencia ‘The Hot Dog Mag’, más centrado en la música acelerada (insisto en que no hay que mencionar hardcore melódico, ni del otro, sino punk rock) e igualmente ácido. A las dos entregas de este fanzine se le suma ‘Chihuahua’, una revista de cómics donde, huelga decirlo, Maes se cagaba en Moebius y cualquier pretensión intelectual para brindar al lector ilustraciones más cercanas a Robert Crumb y al tebeo americano más grasiento y gamberro que imaginarse pueda. Y esto sólo es la punta de un iceberg tremebundo.

Lo peor que puede pasar es que la labor de Maes se ponga de moda. Eso le brindaría unos cuantos billetes que, sin duda, se merece. Pero por otra parte le convertiría en objeto de artículos para “EP3” (o como se llame ahora el Tentaciones) y demás parafernalia mediática que, como de costumbre, se entera tarde y mal de todo, para luego abandonar a sus protegidos de fin de semana con un adiós muy buenas y que te zurzan. Un asquito, vamos, del que vale más que Manitú nos libre.

Podría decir más, pero una visita a www.mrbratto.com o unas risas en forma de entrevista marciana y delirante, por cortesía de la web Calzada News (http://www.xuanel.com/entrevistas.php?cod=121) resulta mucho más ilustrativo. Roberto Fernández es el triunfo del surrealismo, el sinsentido vuelto forma de vida. Un genio incomprendido e incomprensible, pero a buen seguro que Kike Túrmix (qepd) sigue moviendo su voluminoso físico en el más allá a ritmo de ‘Hot rod Clayton’. Lo podría jurar por el alma de Robert Johnson, aunque eso, claro está, no es garantía de nada.

Imagen: Maes/Mr. Bratto –derecha- con un alegre habitante de sus sueños (tomado de su Myspace)

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